MIAMI. La abogada puertorriqueña Iara Rodríguez agitaba carteles de campaña y vitoreaba en la Convención Demócrata del 2012 mientras el presidente Barack Obama era nominado. Pero la euforia de la delegada se apagó cuando regresó a casa y al igual que todos en Puerto Rico, sólo pudo observar mientras el resto del país votaba para elegir a su presidente.
Para enero se había mudado a Orlando, uniéndose a un número sin precedente de puertorriqueños que han dejado la lista en años recientes -más de 60.000 en el 2012- la mayoría de ellos hacia Florida. En su mayoría huyeron de la crisis económica, aunque su presencia en territorio estadounidense ha captado nueva atención a una antigua interrogante que ha persistido: si Puerto Rico debería ser el estado número 51, continuar como territorio o ser independiente.
Una amplia coalición de líderes civiles en Florida y en la isla busca ganar influencia para que la creciente presencia puertorriqueña en el estado convierta este asunto en algo que el resto de los estadounidenses puedan entender: una lucha por la igualdad y el derecho al voto. Los puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses por nacimiento, pero como la isla solamente es un territorio, sus residentes pueden votar por presidente sólo si se van a vivir a un estado.
"Es un asunto de ciudadanía. Es como cuando las mujeres no podían votar, cuando los afro-estadounidenses no podía votar", destacó Rodríguez. "Una de las razones por que mi esposo y yo nos mudamos aquí a Florida fue para no sentirnos ciudadanos de segunda categoría", agregó.
En Florida viven casi un millón de estadounidenses de origen puertorriqueño y rápidamente están superando a Nueva York, que tiene aproximadamente 1,2 millones, según datos del censo. Los defensores de la estadidad cuentan con la influencia de Florida en las elecciones presidenciales para ampliar su mensaje en una manera en que aquéllos que viven en el bastión demócrata de Nueva York no han podido hacerlo.
Estados Unidos capturó Puerto Rico durante la guerra entre España y Estados Unidos en 1898 y concedió la ciudadanía a sus residentes en 1917, cuando el país necesitaba soldados para pelear en la Primera Guerra Mundial. Desde entonces, los puertorriqueños han estado divididos sobre su relación con Estados Unidos: miembros de un grupo radical independentista trató de asesinar al presidente Harry Truman en 1950 y dispararon a la Cámara de Representantes en 1954
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Actualmente, esas pasiones se han aplacado. Los 3,6 millones de residentes de Puerto Rico pagan sólo impuestos al gobierno federal para Seguro Social y Medicare, el programa de salud para los jubilados. Tienen un miembro en el Congreso pero no pueden votar en la Cámara. Tampoco tienen voz en la mayoría de las leyes federales y normas que los gobiernan.
En el 2012 en un referendo sin carácter de obligatoriedad, un poco más de la mitad de los votantes rechazó el estatus territorial de la isla por primera vez. El asunto fue seguido por más de un 60% de los que respondieron que favorecían convertirse en un estado sobre la total independencia.
Ambos partidos, el Demócrata y el Republicano, respaldan la estadidad de Puerto Rico en sus programas, pero ninguno ha hecho mucho para que haya cambios, especialmente mientras el gobernador Alejandro García Padilla continúa alegando que la isla está mejor sin ser estado.
Para que Puerto Rico se convierta en estado, el Congreso tiene que aprobar una ley que no puede lograrse sin un respaldo republicano importante. Pero a muchos republicanos no les entusiasma crear una nuevo estado con la población del tamaño de Connecticut que ellos temen podría agregar dos senadores demócratas y hasta cinco miembros en la Cámara y siete votos electorales para los demócratas.
Hasta el momento, los 37 estados que pidieron formar parte de la unión fueron aceptados. El último en convertirse en estado fue Hawái sólo dos años antes de que naciera Obama, en la capital Honolulu. El presidente ha manifestado que el favorece la estadidad de Puerto Rico si una clara mayoría la respalda.
Via Diariolibre.com