Irma de 28 años se retorcía de dolor, sus piernas se doblaban y se mantenían húmedas por la cantidad de líquido que salía de su interior.
Los doctores la valoraron, le realizaron el tacto y aunque la mujer ya tenía la dilatación necesaria para comenzar la labor, su español poco fluido que sólo pudo dar a entender la palabra “partera”, dio fin a la posibilidad de que fuera atendida, pues al llevar la gestación de forma tradicional, las características de su embarazo sólo podían ser entendidas por la comadrona que la había visto.
La pareja de mazatecas sólo entendió un no, pero permanecieron en el lugar caminando por los pasillos del Centro de Salud a la espera del cambio de turno o que algún doctor o enfermera los ayudara; pero nadie lo hizo.
A las ocho de la mañana, cansada y sentenciada a no ser atendida, Irma se dio cuenta que no podía esperar más, sabía que era el momento de pujar pues este era su tercer embarazo, salió como pudo al patio del lugar y sobre el pasto comenzó a pujar ante la vista de su esposo, vecinos, vendedores y habitantes de la zona que se asomaron a las ventanas al escuchar los gritos de dolor de la mujer. Leer mas en la Razon Mexico