TORONTO, CANADÁ (08/OCT/2013).- El primer ministro canadiense Stephen Harper dijo el martes estar "muy preocupado" por las acusaciones de que su país espía a funcionarios brasileños e indicó que su gobierno está trabajando para reparar el daño.
La presidenta brasileña Dilma Rousseff denunció que aparentemente hay espionaje industrial detrás de las presuntas actividades de vigilancia al Ministerio de Minas y Energía del país. Las mineras canadienses tienen muchos intereses en diversos países del mundo, entre ellos Brasil.
Harper dijo que sus funcionarios están "poniéndose en contacto en forma muy propositiva" con sus contrapartes brasileñas, y señaló que no podía hacer más comentarios en torno a "operaciones de seguridad nacional".
El canciller brasileño Luiz Alberto Figueiredo convocó al embajador canadiense en la capital, Brasilia, para "transmitirle la indignación del gobierno brasileño y exigir explicaciones", informó el Ministerio de Relaciones Exteriores el lunes en un comunicado luego de las revelaciones difundidas el domingo por la noche en la cadena televisiva Globo.
El reporte noticioso indicó que las llamadas telefónicas y los correos electrónicos desde y hacia el Ministerio de Energía y Minas fueron objetos del espionaje de la Dirección de Seguridad en las Comunicaciones de Canadá (CSEC, por sus siglas en inglés). No indicó si los textos fueron leídos ni si se escuchó el contenido de las llamadas.
El reporte se basó en documentos filtrados por Edward Snowden, ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional, el más reciente en mostrar que Brasil ha sido blanco de las agencias de espionaje de Estados Unidos, Gran Bretaña y ahora de Canadá.
El CSEC monitorea el tránsito de información en computadoras, satélites, radio y teléfonos extranjeros en busca de datos de inteligencia que puedan ser de interés para Canadá.
Harper se comprometió a verificar si ese organismo se apega a la ley, y señaló que hay un comisionado para el CSEC que vigila y audita al organismo para asegurarse de que opere dentro de los límites de la ley canadiense.
Una portavoz de la CSEC dijo que la agencia "no hace comentarios sobre las actividades de recolección de inteligencia en el extranjero". Una portavoz del Departamento de Defensa canadiense también declinó hacer comentarios.
Michel Juneau-Katsuya, ex alto funcionario del Servicio de Inteligencia en Seguridad de Canadá, dijo que muchos países realizan actividades de espionaje comercial. Señaló que el propio Brasil fue sorprendido hace unos años cuando espiaba al fabricante de aviones Bombardier, con sede en Montreal, y a Pratt & Whitney, un fabricante canadiense de motores de avión. El fabricante de aviones brasileño Embraer compite con Bombardier.
"No es inusual en absoluto. Lo hemos estado haciendo desde hace tiempo", dijo Juneau-Katsuya. "Puede que lloriqueen hoy y se muestren ofendidos, pero ellos tampoco tienen las manos limpias".
Añadió que los países que no hacen espionaje industrial se encuentran en desventaja.
"Es parte del juego. En un mundo ideal, no deberíamos estar haciendo eso, pero el país que no lo haga se va a quedar atrás", dijo.
Juneau-Katsuya dijo que el gobierno de Canadá utiliza la información para asuntos como las negociaciones comerciales.
Ray Boisvert, un ex miembro de alto rango del servicio de espionaje canadiense y director adjunto del Servicio de Inteligencia en Seguridad hasta el año pasado, dijo que era poco probable que Canadá estuviera espiando a Brasil en nombre de la industria de la minería, pues el país norteamericano no tiene empresas estatales.
El periodista estadounidense Glenn Greenwald, quien vive en Río de Janeiro, colaboró con Globo para su informe. Greenwald, en colaboración con el periódico británico The Guardian y The Washington Post, publicó las primeras historias sobre el programa de espionaje mundial de la NSA que se concentra en el tráfico de internet y las llamadas telefónicas.
Globo informó anteriormente que el espionaje de la NSA le apuntó a las comunicaciones de la propia Rousseff, así como a la estatal petrolera Petrobras.
La información sobre los programas de espionaje llevó a Rousseff a cancelar el mes pasado una visita a Estados Unidos, donde iba a ser la invitada de honor de una cena de Estado.