ISLAMABAD.- El presidente estadounidense, Barack Obama, y el primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, se reúnen hoy en Washington en un clima de frialdad entre dos antiguos aliados que ahora buscan redefinir una relación marcada por el pragmatismo.
“Se necesitan mutuamente y tienen que cooperar, aunque dada la actual situación de las relaciones bilaterales no hay que esperar mucho de la cumbre”, dice a Efe el veterano exmilitar y analista paquistaní Talat Masud.
Las palabras “esperanza”, “cooperación” y “amistad” se han oído reiteradamente esta semana en Washington, pero el término más repetido entre los expertos y analistas paquistaníes que estos días han diseccionado la visita oficial de Sharif a EEUU es “realismo”.
Para la exembajadora paquistaní en la capital estadounidense, Sherry Rehmán, “no puede haber cambios profundos en este momento”.
Pakistán fue casi desde su creación un claro aliado de Washington, hasta el punto de que durante los años sesenta el dictador Ayub Khan, que rigió Pakistán durante una década, llegó a decir que su país era “el aliado más aliado de EEUU en Asia”.
Las épocas de estrecha cooperación quedaron atrás y, en la última década, la Casa Blanca ha ido viendo con creciente resquemor a un antiguo aliado que fue clave en el final de la Guerra Fría pero que se ha tornado hostil.
No ha habido una cumbre bilateral en siete años, con el matiz de la visita a EEUU en 2008 del entonces recién nombrado primer ministro, Yusuf Razá Guilani, aunque entonces el peso del Ejecutivo recaía en el presidente, Asif Alí Zardari.
El presidente Bill Clinton visitó el país unas horas en 2000 y George W. Bush apenas pasó un día en 2006, a pesar del fuerte acercamiento entre Washington e Islamabad a cuenta del imprescindible apoyo paquistaní en la intervención en Afganistán de EEUU y sus aliados de la OTAN.
Obama ni ha venido ni se le espera, aunque Sharif le transmitirá hoy una invitación oficial fruto de una relativa mejora del clima bilateral tras los numerosos y graves desencuentros de 2011, que llevaron la antigua amistad casi a mínimos históricos.
“La cumbre entre ambos mandatarios tiene sobre todo valor simbólico, es parte de la normalización de unas relaciones muy malas en los dos últimos años”, opina en declaraciones a Efe el analista y académico Humayún Khan.
Las razones del desencuentro datan en gran parte de 2011, tras la muerte en mayo de Osama bin Laden en suelo paquistaní en una operación encubierta de comandos estadounidenses y un bombardeo de la OTAN en noviembre que costó la vida a 24 soldados paquistaníes.
Pero hay factores más estructurales que explican el alejamiento.
Desde EEUU se desconfía de Islamabad por su falta de una política decidida contra las facciones yihadistas que hostigan a las fuerzas aliadas en Afganistán y que reclutan y entrenan a potenciales terroristas de ámbito global.
Desde Pakistán se reprocha a Washington, entre otras cosas, el programa de bombardeos con aviones espía en el noroeste del país, que tanta irritación causan en la sociedad local.
Otro elemento irritante es el deseo de EEUU de que Pakistán relaje tensiones con su vecino y gran rival, la India, algo a lo que se opone buena parte del ‘establishment’ de seguridad paquistaní.
Los expertos coinciden en que ahora los vínculos bilaterales están una fase transaccional en la que Pakistán puede ofrecer su muy necesaria ayuda en la delicada operación de retirada de las fuerzas aliadas de Afganistán a cambio de ayuda económica.
Según una estimación publicada esta semana por el rotativo local Dawn, Pakistán ha recibido cerca de 20.000 millones de dólares directamente de Estados Unidos desde 2001.
Washington parece tener claros los términos de la relación y durante la actual visita del mandatario paquistaní ya ha anunciado la entrega a Islamabad de 1.600 millones de dólares en ayuda civil y otros 300 correspondientes a gastos de seguridad.
Más allá de eso, Pakistán acaba de obtener un muy jugoso paquete de ayuda del Fondo Monetario Internacional de cerca de 6.700 millones de dólares que, según medios y analistas locales, contó con el decidido apoyo de Washington.
“Sí, se puede decir que el trato para los próximos doce meses es seguridad para las tropas aliadas a cambio de ayuda económica para Pakistán”, reconoce el exgeneral Masud.
¿Y luego qué?.
“Unas relaciones de carácter estratégico no es algo que se pueda esperar ni siquiera a medio plazo, aunque se mantienen intereses comunes como la estabilidad en Afganistán y en el resto de la región”, dice Talat Masud.
“Tras 2014, Estados Unidos se va a distanciar mucho de esta región y eso reducirá los factores de tensión bilateral, pero Pakistán seguirá necesitando ayuda de EEUU para conseguir estabilidad en varios niveles”, añade el analista Khan.
La exembajadora Rehmán lo resumió esta semana en un texto del centro de estudios que preside, el Instituto Jinnah: “La relación bilateral irá mejor si se le quita la carga del exceso de expectativas”.