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Pensión adulto mayorAmérica Latina y el Caribe están en situación preocupante


Solo dos de cada 10 trabajadores independientes o asalariados de empresas pequeñas en la región contribuyen a un sistema de pensiones, lo que representa una importante llamada de atención para que en América Latina y el Caribe se tomen medidas que promuevan la reducción de la pobreza en la vejez.

De acuerdo al nuevo estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), aunque América Latina y el Caribe han logrado reducir su desigualdad y pobreza, nuevos problemas aparecen cada vez, a los que los responsables de la política económica deben enfrentarse.
Tal es el caso de los adultos mayores. Hoy en día, solo 40 de cada 100 adultos mayores tienen una pensión contributiva (es decir, en la que ellos participaron a través de un impuesto en la nómina), mientras el 20 por ciento tiene una pensión no contributiva (es decir, a la que contribuyeron todos por medio de impuestos generales).
Desafortunadamente, el resto de los adultosmayores se ve obligado a trabajar hasta edades muy avanzadas, o bien tienen que dejar su sustento en manos de sus familias.
Sin embargo, retoma el estudio del BID, aunque hoy la población de la región es relativamente joven, debe enfrentarse a un rápido envejecimiento: para el año 2050, habrá unos 140 millones de adultos mayores.
Por tal razón, el BID presentó el libro Mejores pensiones, mejores trabajos. Hacia la cobertura universal en América Latina y el Caribe, en donde los autores, Mariano Bosch, Ángel Melguizo y Carmen Pagés, afirman que es necesario actuar ahora en la materia, pues la ventana demográfica se está cerrando rápidamente.
No cumplen sus funciones
Pese a los avances recientes en América Latina y el Caribe en cobertura de pensiones mediante beneficios no contributivos, cuatro de cada 10 latinoamericanos mayores de 65 años no reciben ninguna pensión.
Por otro aldo, la mayoría de las pensiones otorgadas no rebasa los 10 dólares al día, de modo que los sistemas de pensiones no han logrado erradicar la pobreza de manera efectiva ni mantener el nivel de vida de los trabajadores, una vez que éstos se jubilan.
Según las previsiones de los autores, en ausencia de reformas, entre 66 y 83 millones de adultos mayores no recibirán una pensión adecuada en 2050.
Cambiar el panorama es posible
Sin embargo, avanzar hacia la cobertura universal en pensiones es posible y financiable hoy y en el futuro. Esto se logra, por una parte, estableciendo pensiones sostenibles y eficientes en contra de la pobreza, y simultaneamente, haciendo una apuesta por el empleo formal. También, como complemento, se requieren avances en fiscalización, información y educación en finanzas.
Los autores del libro afirman que destinando menos del 1.5 por ciento del PIB, los países de la región podrían universalizar las pensiones no contributivas y generar más empleos formales.
Implicaciones que acarreará en el futuro la baja cobertura
El estudio del BID destaca que, de no tomarse las medidas adecuadas a tiempo, importantes consecuencias de muchos tipos sobrevendrán a la región, entre las que destaca:
- Sociales. La mayor esperanza de vida y la reducción en el tamaño de las familias va a significar que el cuidado de los adultos mayores implique un esfuerzo superior, y compita con las inversiones en salud, educación o hasta vivienda, que las familias planeaban hacer para las siguientes generaciones.
- Políticas. En las décadas que vienen, los adultos mayores de 65 años serán entre el 20 y el 30 por ciento del electorado potencial de la región y, por lo tanto, sus demandas serán clave para elegir uno u otro gobierno. En ese marco, compensar la falta de cobertura de pensiones podría ser uno de los requerimientos de esas generaciones.
- Fiscales. Ya que los gobiernos democráticos de Latinoamérica y el Caribe no puedan ignorar las demandas de un porcentaje creciente de la población, las naciones deberán destinar cada vez más recursos para suplir la falta de cobertura provisional.
- Económicas. La forma en que se cierren las brechas de cobertura podría impactar en el funcionamiento de los mercados de trabajo, la inversión y la productividad a largo plazo de los factores de producción.

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