BOSTON.- A los Medias Rojas de Boston les tocó su práctica de bateo al atardecer del día previo al comienzo de la Serie Mundial, y todos quedaron encandilados con el enorme arcoíris que se había formado detrás del Monstruo Verde.
Como suele pasar, David Ortiz se encargó de ofrecer el comentario más ingenioso y a la vez espontáneo: "Vean eso, es algo bien dominicano".
El arcoíris puede ser también un presagio positivo para Ortiz, al umbral de disputar su tercera Serie Mundial.
A menos de un mes de cumplir los 37 años y luego de comenzar la temporada bajo cuestionamientos de que estaba acabado, el designado dominicano respondió con una brillante temporada en la que encabezó a Boston con su promedio de .309, 30 jonrones y 103 impulsadas.
Un grand slam suyo en la parte baja del octavo inning, cuando su equipo perdía 5-1 ante Detroit, le dio un giro brusco a la serie de campeonato de la Liga Americana. Boston ganó ese juego para nivelar la serie y luego la sentenció en seis partidos.
Ortiz apenas bateó dos hits en 22 turnos ante los Tigres, pero ese swing agigantó su leyenda como un bateador que no se arruga en los momentos más intensos del mes de octubre. "Big Papi" es un ídolo indiscutido en Boston.
"Las cosas pasan tan rápido y uno quiere disfrutar cada momento. Ya no soy un chamaco (jovencito) y no sabes que vas a volver a tener una oportunidad de estar en una Serie Mundial", dijo Ortiz, quien el miércoles estará en la parte medular del orden ofensivo de los Medias Rojas frente a los Cardenales en el Clásico de Otoño.
Algunos pusieron en duda la continuidad de Ortiz, luego de perderse casi toda la segunda mitad de la pasada temporada por una lesión en el talón derecho. También estuvo fuera durante los entrenamientos de primavera y no pudo jugar en los primeros días de la campaña.
"Hay gente que siempre saldrá a criticarte", afirmó Ortiz. "Nunca podrás que todos estén contentos, así que yo me dedico a lo mío y más nada. Desde hace tiempo no me importa lo que la gente esté hablando".
Ahora mismo nadie en Boston está hablando mal de Ortiz, quien redondeó la séptima temporada de su carrera con al menos 30 jonrones y 100 impulsadas, emulando el récord del club que estaba en manos del legendario Ted Williams.
Su buen humor y liderazgo facilitaron que el camerino de los Medias Rojas volviera a sonreír al recuperar la armonía que se disipó durante el fatídico 2012, en el que sus 93 derrotas fueron el máximo total de la franquicia en casi medio siglo. Bobby Valentine fue despedido como piloto al término de la temporada y John Farrell, el coach de pitcheo del equipo que se consagró campeón en 2007, enderezó el rumbo.
"Durante todo el año fuimos un equipo que se comprometió a hacer las cosas bien. Ahí está la clave del giro que pudimos dar, que fuimos (un equipo) que todos los días venía a jugar duro y con la determinación de que no íbamos a rendirnos".
Ahora tiene al alcance ganar un tercer campeonato en la Serie Mundial, aunándolo a los lo que logró en 2004 y 2007.
"Hay jugadores que nunca llegan a estar en una Serie Mundial, así que yo trato de disfrutar la experiencia", señaló Ortiz. "Pero cuando llegas no te quieres conformar con estar aquí nada más. Tú quieres ganar otro anillo".
Y si los Medias Rojas ganan con su cerrador Koji Uehara en el montículo, todo el mundo estará pendiente del nuevo ritual que el relevista japonés y el toletero dominicano han convertido en una costumbre. Ortiz sale de la cueva para levantar a Uehara.
"No me enfada. Es el rostro del equipo. Si las cosas le salen, entonces eso significa que nosotros estamos bien", añadió Uehara.
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