Intervención pospuesta en guerra civil Siria

Yezmin Cabrera
Santo Domingo

Un pronunciamiento no calculado del Secretario de Estado de EEUU, John Kerry, modificó la estrategia de los actores internacionales sobre el conflicto en Siria. “Se podría evitar un ataque militar, si el presidente Bashar entregara sus armas químicas”, declaró Kerry desde Londres. Inmediatamente, el presidente ruso Putin planteó la propuesta y Al Asad aceptó. 
Entregaría las armas a Naciones Unidas y firmaría la Convención de Armas Químicas, pero con la condición que los países de la región, incluyendo Israel, se adhieran también y EEUU no ataque ni entregue armas a los rebeldes.
En un inicio, EEUU mostró escepticismo, arguyendo que se trataría de una dilación. Tras reunirse el Consejo de Seguridad, Kerry se sentó en la mesa de las negociaciones con su homólogo ruso, Lavrov.
Con el nuevo giro, Obama da una oportunidad a la diplomacia. Con ello, sus detractores confirmarían su percepción de que es indeciso y débil. Ya lo habían criticado por elegir un acto de subordinación ejecutiva sin precedentes en EEUU: consultar el Congreso. Sus seguidores, en cambio, tendrían otra lectura: no toma decisiones apresuradas, evalúa nueva información y fortalece la democracia, sometiendo sus iniciativas al cuerpo legislativo.
Lo cierto es que el pronunciamiento de Kerry salvó a Obama de un posible fracaso en el Congreso. Por un lado, por las distintas visiones sobre el tipo de ataque que debía realizarse, por otro, por la reticencia de miembros de derecha del partido Republicano y de izquierda del Demócrata para atacar. También les quitó un peso a congresistas que votarían favorablemente, pero que estarían temerosos de que los votantes les pasen factura, a un año de las elecciones. Si en cambio, se aprobaba el ataque, el legado de Obama se vería afectado, después de ser galardonado, paradójicamente, con un Nobel de la Paz.
Rusia, en cambio, obtiene liderazgo. Se coloca en posición ventajosa, tomando las riendas del conflicto, y se deshace de una amenaza para su país. Si las armas llegaran a los rebeldes podrían facilitarlas a sus aliados: los chechenos.
Sin embargo, se prevén dificultades en las negociaciones. De entrada, el Kremlin niega que su aliado es el responsable del ataque con armas químicas y rechaza las sanciones. Además, las condiciones sirias serán difíciles de cumplir. EEUU desistiría de atacar, pero es improbable que renuncie de auxiliar a los rebeldes, y es casi imposible que Israel ratifique la Convención sobre Armas Químicas. Igualmente, un territorio en guerra es riesgoso para los inspectores, y será difícil asegurarse que el régimen entregue todas las armas y el proceso podría extenderse por un largo período.
Si concluye con éxito, es improbable que lleve al fin del conflicto. Solo un dos por ciento de la población siria ha muerto por armas químicas y nuevos informes de la ONU hablan del recrudecimiento de la violencia, en una guerra civil que ha dejado más de 100.000 muertos en 30 meses. Sin embargo, al menos Al Assad admite tener un arsenal químico y Rusia demuestra límites en la protección de su aliado. Si no se llega a un acuerdo, Obama volverá a buscar aliados internacionales y apoyo doméstico, pero peor posicionado. Queda claro que cualquier líder, y más el de un país poderoso como el de Obama, debe calcular muy bien antes de trazar líneas rojas públicamente. 
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TRATADO SOBRE ARMAS QUÍMICAS

Siria es uno de los siete países del mundo que no ha ratificado la convención internacional que prohíbe fabricar y poseer armas químicas. El tratado, que entró en vigor en 1997, amplía el Protocolo de Ginebra sobre las armas químicas de 1925, y ha sido suscrito por 189 países.

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