WASHINGTON. El apetito por la hemoglobina podría vencer al protozoario que causa la leishmaniasis, una enfermedad que afecta a más de 12 millones de personas en todo el mundo y para la cual no hay vacuna todavía, según un artículo que publica hoy Science Translational Medicine.
La leishmaniasis, que sigue a la malaria por el número de muertes en todo el mundo, se transmite por la picadura de la mosca de la arena, portadora de un protozoario del género Leishmania.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se informa de unos 500.000 casos nuevos de leishmaniasis, y al mal se atribuyen unas 59.000 muertes, la mayoría entre la población más pobre.
En Europa, África y Asia los vectores son los mosquitos del género Plebotomus, y en América los mosquitos del género Lutzomyia.
La enfermedad se manifiesta por úlceras cutáneas que cicatrizan espontáneamente y llega a formas fatales en las cuales se presenta inflamación grave del hígado y del bazo.
La enfermedad, por su naturaleza zoonótica, afecta tanto a perros como a humanos, mientras que los animales silvestres como liebres, zarigüeyas, coatíes y jurumíes, entre otros, son portadores asintomáticos del parásito, por lo cual se los considera animales reservorios.
Rajan Guha, del Instituto Indio de Biología Química, en Calcuta (India), y sus colegas explicaron en el artículo que la necesidad de hemo del protozoo podría usarse para crear una vacuna eficaz contra el parásito.
El hemo es un grupo que forma parte de diversas proteínas, entre las que destaca la hemoglobina, presente en los eritrocitos de la sangre, donde su función principal es la de almacenar y transportar oxígeno molecular de los pulmones hacia los tejidos y dióxido de carbono desde los tejidos periféricos hacia los pulmones.
El hemo, que forma las células rojas de la sangre, es crucial para la supervivencia del parásito pero éste no puede sintetizar la molécula centrada en el hierro.
En lugar de hacerlo, el protozoo obtiene la hemoglobina de la sangre de sus anfitriones y extrae el hemo de la sangre.
Los investigadores descubrieron que si se bloquea el receptor de hemoglobina en el parásito, que es una molécula llamada HbR, se puede interrumpir su capacidad para infectar y causar daños.
Los investigadores crearon una vacuna contra la HbR y la inyectaron en roedores.
Como resultado, los animales así tratados quedaron protegidos casi completamente contra la enfermedad después de su exposición al parásito, algo que no ocurrió con los animales en el grupo de control que no recibió ese tratamiento.
Los resultados, según el artículo, apuntan a la vacunación con HbR como una nueva herramienta para la protección contra la leishmaniasis.
La leishmaniasis, que sigue a la malaria por el número de muertes en todo el mundo, se transmite por la picadura de la mosca de la arena, portadora de un protozoario del género Leishmania.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se informa de unos 500.000 casos nuevos de leishmaniasis, y al mal se atribuyen unas 59.000 muertes, la mayoría entre la población más pobre.
En Europa, África y Asia los vectores son los mosquitos del género Plebotomus, y en América los mosquitos del género Lutzomyia.
La enfermedad se manifiesta por úlceras cutáneas que cicatrizan espontáneamente y llega a formas fatales en las cuales se presenta inflamación grave del hígado y del bazo.
La enfermedad, por su naturaleza zoonótica, afecta tanto a perros como a humanos, mientras que los animales silvestres como liebres, zarigüeyas, coatíes y jurumíes, entre otros, son portadores asintomáticos del parásito, por lo cual se los considera animales reservorios.
Rajan Guha, del Instituto Indio de Biología Química, en Calcuta (India), y sus colegas explicaron en el artículo que la necesidad de hemo del protozoo podría usarse para crear una vacuna eficaz contra el parásito.
El hemo es un grupo que forma parte de diversas proteínas, entre las que destaca la hemoglobina, presente en los eritrocitos de la sangre, donde su función principal es la de almacenar y transportar oxígeno molecular de los pulmones hacia los tejidos y dióxido de carbono desde los tejidos periféricos hacia los pulmones.
El hemo, que forma las células rojas de la sangre, es crucial para la supervivencia del parásito pero éste no puede sintetizar la molécula centrada en el hierro.
En lugar de hacerlo, el protozoo obtiene la hemoglobina de la sangre de sus anfitriones y extrae el hemo de la sangre.
Los investigadores descubrieron que si se bloquea el receptor de hemoglobina en el parásito, que es una molécula llamada HbR, se puede interrumpir su capacidad para infectar y causar daños.
Los investigadores crearon una vacuna contra la HbR y la inyectaron en roedores.
Como resultado, los animales así tratados quedaron protegidos casi completamente contra la enfermedad después de su exposición al parásito, algo que no ocurrió con los animales en el grupo de control que no recibió ese tratamiento.
Los resultados, según el artículo, apuntan a la vacunación con HbR como una nueva herramienta para la protección contra la leishmaniasis.
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Ciencia