Alerta: en Cotuí se respira muerte
Mientras unos celebran la renegociación del contrato con las megamineras Barrick Gold y Gold Corp, otros, las más de 3,600 personas que viven en los alrededores de Pueblo Viejo, no la califican de epopeya. Ellas experimentan una muerte lenta, fatigosa y dolorosa; silente para el resto del país.
En una visita el pasado viernes a Sánchez Ramírez, el Colegio Médico Dominicano y la Asamblea Nacional Ambiental constataron las terribles consecuencias de las operaciones mineras a tan solo un año de su inicio. “La situación es muy grave y muy lamentable”, dice la doctora Amarilis Herrera, presidenta del CMD, luego de ver, en tan solo una mañana, más de 30 casos de intoxicación por cianuro.
Hombres y mujeres, bebés y ancianos son presas de un intruso sobre el cual sabían muy poco. El cianuro es un veneno letal que utiliza diariamente la Pueblo Viejo Dominicana Corporation para separar el metal (oro y plata) diseminado en las rocas que extraen del suelo a través de fuertes explosiones.
Algunas madrugadas, describen los moradores, el olor a cianuro, “un olor a diablo”, se mete en sus fincas, sus casas, sus aposentos y no hay quien lo detenga. “El mal olor es insoportable, uno no “jaya” pa’ dónde coger y cuando llueve se siente más”, sostiene Pedro Núñez.
La sustancia ya está en los ríos, la fuente de vida de estas comunidades, lo que hace sus aguas inutilizables. Y eso Barrick y Gold Corp lo saben bien. Muestra de ello es que distribuye cada tres días cuatro botellones de agua por familia para evitar que recurran a las cuencas.
Algunas madrugadas, describen los moradores, el olor a cianuro, “un olor a diablo”, se mete en sus fincas, sus casas, sus aposentos y no hay quien lo detenga.
“Los que nos están matando nos están donando el agua para tomar porque saben que ninguna de las aguas que aquí llegan se pueden usar ni para beber ni para bañarse”, explica Gavino Guzmán de Las Lagunas. A él la contaminación le ha dejado una profunda úlcera en el pie derecho y la muerte de todo su ganado, de donde su familia obtenía el sustento para vivir.
Además, 20 galones de agua para que más de cinco personas beban, cocinen, se bañen, laven ropas y trastes, no es suficiente, comenta Joanna García, de La Piñita, cuya hija de dos años, Yamilka Miguelina, tiene quemaduras en la piel desde que se mojó en una llovizna hace cinco meses. Ambas, madre e hija, sufren, como la mayoría de las mujeres de la zona, de una“incomodísima” infección vaginal.
Tita Tejada, quien también lucha cada día con “la picazón y el caliente en la parte íntima”, desde hace unos ocho meses tienen constantes dolores de cabeza y de la vista. Lo mismo cuenta Carila Vidal quien no puede dormir en las noches “por la migraña y el caliente, siento que me estoy quemando”. “Me molesta la vista, ya casi no veo y boto agua por los ojos” agrega.
Los síntomas se repiten, unos más crónicos que otros. Ivelisse Candelario, por ejemplo, es una joven que solo quiere recuperar la lozanía de su piel. Desde enero empezó a llenarse de manchas: sus piernas, torso, brazos fueron permeados, al principio la comezón era insoportable, cuenta, luego cesó, y ahora solo quedan las decenas de marcas para recordarle el fantasma que recorre sus hogares, indefectible, imparable.
La dificultad respiratoria es quizás el síntoma más común entre los que enumeraron sus pesares a la comisión médica. “No puedo respirar, me siento sofocada”, dice Agueda Yepe; “Me duele mucho la garganta y escupo como amarillento” añade Ileana Sánchez.
También el insomnio y el cansancio son recurrentes, “todo el día tengo un sueño que no aguanto”, expresa Hipólito Díaz. Una sensación similar relata Antonia Saldivar, de La Cerca, quien dice no puede hacer nada en su casa “porque no sirvo para nada”. “Casi no puedo estar parado” comenta Ramón Ventura.
La dificultad respiratoriaes quizás el síntoma más común entre los que enumeraron sus pesares a la comisión médica.
“Las ulceraciones en la piel, los problemas en la garganta, los problemas gastrointestinales, los mareos, nauseas, diarrea, cefalalgias, las situaciones nerviosas, todo esto es consecuencia de la contaminación que se está dando en el aire y en el agua”, confirma el arqueólogo, espeleólogo y ambientalista Domingo Abreu, coordinador de la Asamblea Nacional Ambiental, quien se ha dedicado al estudio de los efectos de la megaminería.
La doctora Herrera afirma que, de continuar por ese camino, “las personas van a ir muriendo, van a ir desapareciendo, son metales muy tóxicos, hacen mucho daño a nivel cerebral y a los órganos nobles del cuerpo”.
Insistió en que este cuadro es solo una muestra de lo que puede pasar a nivel nacional. “Todo esto se va a ir diseminando y eso va a llegar a ser una contaminación regional y luego nacional, las consecuencias van a ser muy lamentables para este país”.
Barrick: “si le conviene a su gente, le conviene al país”
El prometido desarrollo que traería la megaminera es para los moradores de La Piñita, La Cerca, Las Lagunas y demás comunidades aledañas una cruel burla del Gobierno y estas compañías. “La Barrick no nos ha beneficiado en nada, a algunos nos dieron trabajo pero solo por cuatro meses y lo que nos pasó fue que salimos igual de pobres pero enfermos”, comparte Joanna García.
Al respecto, Herrera considera que “a los accionistas de la Barrick parece que no les importa nada de esto, su oro vale más que la vida de estos seres humanos que tenemos aquí”.
Los empresarios solo les prestan atención, denuncia Pedro Núñez, de El Naranjo, cuando se realizan reuniones como las del pasado viernes. Si son lo suficientemente contundentes, las ofertas de trabajo se reactivan, con la esperanza de mermar la contienda.
A los pacientes sí se les indicó que los resultados fueron positivos para metales pesados, pero nunca se les entregó copia, a pesar de que se les sugirió tratamiento.
Con respecto a las autoridades don Pedro opina que “los senadores están comprados, los diputados están comprados” y, se pregunta, “¿dónde está Medio Ambiente? ¡Todos estos ríos están contaminados! Están acabando con nosotros”.
El silencio del Ministerio de Salud Pública
En tanto en el Ministerio de Salud Pública, la situación es distinta. Por solicitud de algunos líderes locales una comisión oficial realizó una serie de analíticas a los residentes de esa zona. Herrera informó que el CMD solicitó los resultados a lo que la institución contestó que faltan algunos datos, “que cuando los tengan nos lo harán llegar”.
Sin embargo, a los pacientes sí se les indicó que los resultados fueron positivos para metales pesados, pero nunca se les entregó copia, a pesar de que se les sugirió tratamiento. “Tengo la información de que los resultados habían salido positivo a una serie de metales, les habían encontrado plomo, zinc, cromo y cianuro en muchos de esos pacientes”, dijo la dirigente gremial.
Consecuencias ambientales
La degradación de la salud de las personas que viven en el entorno del área de explotación es tan solo una de los múltiples daños de la megaminería. Las operaciones de la Pueblo Viejo Dominicana Corporation no solo atentan contra la vida humana sino contra todo tipo de vida.
Es por eso que en algunas zonas de Sánchez Ramírez y de Maimón, se ha muerto la mayoría de los animales, ya no se escucha el canto de las aves y las plantas se tornan marrón, pierden sus hojas y se secan como si hubieran sido víctimas de una quema.
"Aquí la mayor parte del ganado vacuno, porcino, caprino, equino y aviar ha desaparecido, la producción agrícola también", observa el ambientalista. Paco Abreu ofrece su testimonio al respecto: "Yo perdí más de 400 cabezas en este año, porque se iban a tomar agua del río, no tenía otra agua para darles". El mismo Abreu estuvo a punto de perder la vida al caer en el río Margajita. "Duré varias semanas interno, no me podía mover", recuerda.
Este y otros ríos empalman con la presa de Hatillo, con el agua llevan el veneno a cientos de familias del pueblo de Cotuí y otras áreas de la región. Pero todavía la cantidad no es suficiente para que se empiecen a manifestar las consecuencias del cianuro que viaja con disimulo.
Y así seguirá viajando hasta que su presencia no se pueda ocultar más, solo en ese momento se levantará una voz alerta. Solo entonces, cuando sea demasiado tarde.