SAN PETERSBURGO. Abrumado por las divisiones en casa y el extranjero, el presidente Barack Obama reconoció con franqueza ayer los profundos retos que enfrenta para conseguir el apoyo del Congreso y los aliados internacionales a una ofensiva militar contra Siria.
El mandatario se negó a decir si Estados Unidos actuaría unilateralmente, algo que podría tener profundas consecuencias para el país y para el resto de su presidencia.
La Casa Blanca desarrolló una intensa campaña de cabildeo y anunció que Obama se dirigirá al país el martes por la noche desde la Casa Blanca.
El presidente habló al final de una cumbre internacional de dos días, donde trató de conseguir apoyo para una ataque militar contra Siria como castigo por un mortal ataque con armas químicas contra la población civil. Pero pareció salir de la cumbre sin más apoyo del que tenía al comienzo.
De hecho, el presidente ruso Vladimir Putin, un fuerte aliado del presidente sirio Bashar Assad, dijo que él era quien contaba con el apoyo de la mayoría de los países que asisten a la cumbre del Grupo de los 20. Putin insistió de nuevo en que Obama solicite el apoyo de las Naciones Unidas antes de atacar militarmente a Siria, a pesar de que Rusia ha bloqueado esfuerzos de presión del Consejo de Seguridad para penalizar a Assad durante los dos años y medio de guerra civil en ese país.
La Casa Blanca trató de contrarrestar la evaluación de Putin con un comunicado conjunto de EE.UU. y otros 10 países que anuncian su apoyo "a los esfuerzos de Estados Unidos" por hacer cumplir la prohibición internacional sobre el uso de armas químicas. La declaración no especifica el uso de la fuerza militar contra Siria, pero funcionarios estadounidenses dijeron que la intención era mostrar apoyo internacional para ese tipo de respuesta.
Los países que firmaron la declaración fueron Australia, Canadá, Francia, Italia, Japón, Corea del Sur, Arabia Saudí, España, Turquía y el Reino Unido. AP
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