El trasvase de agua de un mar relativamente saludable a otro que se está secando parece una medida de sentido común que no debería ser complicada, más allá del esfuerzo tecnológico y los costos que conlleva. Sin embargo, cuando son varios los países que se tienen que poner de acuerdo, el asunto se hace más espinoso. Especialmente si se trata de Medio Oriente.
Aún así, el primer ministro de Jordania, Abdulá Nsur, anunció esta semana la puesta en marcha de la primera fase de un plan para transportar agua desde el mar Rojo al mar Muerto.
El proyecto tiene un costo de unos US$1.000 millones y le aportará a Jordania 100 millones de metros cúbicos de agua desalinizada al año.
Esto, para un país como Jordania, donde el 92% del terreno es desértico y la falta de agua un serio problema, puede ser la solución que muchos esperan.
Sin olvidar que el nivel del mar Muerto -el lago situado a mayor profundidad y el más salado del mundo- desciende más de un metro al año y, de seguir a este ritmo, hay quienes advierten que para 2050 puede estar seco.
Scott Wells, profesor del departamento de Ingeniería Medioambiental en Portland State University, aclara, en conversación con BBC Mundo, que no hay riesgo de que el mar Muerto se seque.
"Nunca se secará. Gradualmente descenderá y no habrá más evaporación, se convertirá en una especie de masa salada semilíquida", explica.
El mar Muerto es muy profundo, el nivel del agua ha disminuido pero tiene 300 metros de profundidad. "Será un mar Muerto al que no estamos acostumbrados. No será un mar Muerto al que la gente querrá ir", le dice Wells a BBC Mundo. Leer mas...
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